Tras semanas y más semanas observando a todos los que me rodean, uno llega a la conclusión que es mejor no hablar, no decir nada; quedarse mudo ante cualquier situación y dejar que los demás hablen y hablen y digan todo lo que tengan que decir.
También es verdad que uno no siempre puede llevar a cabo sus propósitos, que existen momentos de debilidad en el cual las palabras surgen sin querer, véase una noche con buenos amigos y unas cuantas copas de vino, un abrazo en la oscuridad, una complicidad especial…
Una de las cosas que uno aprende cuando estudia el sistema jurídico es que cualquier palabra puede ser utilizada en tu contra, que digas lo que digas no se va a interpretar como tú deseas, sino como los demás quieran y eso al final termina por convertirse en un código cifrado del cual sólo tú conoces su significado.
También es verdad que por casualidades de la vida (¿destino?) muy de vez en cuando te puedes encontrar con esa persona que habláis el mismo idioma, que sois igual de tajantes en ciertos temas, que sois unos orgullosos intolerantes y lo defendéis sacando pecho, mostrando los galones y gracias a esa persona te creces y piensas que al fin y al cabo no eres tan raro, que no estás tan solo y que en contadas ocasiones merece la pena hablar!
2 comments:
Por eso dice el refrán que "en boca cerrada no entran moscas" usando una metáfora genial. Pero cuando hay que hablar, hay que hablar porque ante la injusticia, callar es otorgar y eso, no. Un saludo.
a veces el silencio es mas inteligente que las voces.
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