Tú que preguntas por mi nombre en cada atardecer
Y que pueblas de rosas blancas todo tu jardín;
Tú que me enseñas a sentir en cada incidente
Circunstancial y que me acunas en los
Accidentes del azar.
Tú que me das nuevas visiones
Y me prestas tus ojos para llorar,
Tú que sólo eres un estado mental
Sin ánimo de negociar;
Ven a mí pese a que te pueda
Ignorar, pues será entonces
Cuando vea esta,
mi realidad.
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