Regreso inesperado (o como combatir esta agradable agonía)

Soy paciente (o al menos eso me digo), calculo los tiempo y guardo las distancias; pienso y examino cada vocal, cada letra, cada palabra y cada frase, pero siempre esperando y deseando ese regreso desesperado.
Todo bien medido. Cada objeto tiene su lugar y me empleo a fondo para que vuelva con más fuerza que nunca, para que no se marche nunca más, sienta que forma parte de mi, que penetra en mi oído, salga por mis ojos, acaricie mis manos y recorra mi boca; pero es inútil…
Pero no pierdo la esperanza y trabajo como un artesano que talla la madera poco a poco, que presta atención a cada detalle, que tiene en cuenta cada esquina, cada reglón.
No quiero que lo sea, pero sé que lo es y que cuando esté aquí, sentada a mi lado, será un regreso inesperado.