Al colgar el teléfono me estaba preguntado cual era el motivo de mi tristeza ¿había realmente motivo? Todos tenemos un mecanismo de supervivencia y yo necesitaba con urgencia encontrar los míos.
Tras varios días vagabundeando en mi otro yo, era el momento de salir de la cama y tomar una decisión, dejar a un lado la apatía y salir a la calle y decir: “señoras, señores, para bien o para mal, aquí estoy yo!”
Era todo tan perfecto en mi mente, era todo tan real, que podría haberlo descrito con milimétrica exactitud todos y cada uno de los detalles, pero resultaba ser que en realidad todo estaba en mi mente; y sí avanzar cuesta a unos cuantos nos cuesta mucho mas.
Así que como es costumbre en mi, decidí llamarte, contarte todo lo que me pasa, practicar el monologo al que tan acostumbrada estas y tú, paciente, atenta, condescendiente, amable, inteligente, me escuchaste y me expusiste tus teorías a todas mis dudas y me diste razones contundentes, claras que me dejaron parado, sin saber cómo actuar y reaccioné con una medio sonrisa y pensando para mis adentros “cuanta razón tienes”, y sin demostrarlo colgué de forma apresurada, porque estaba siendo consciente que poco a poco se iba acercando más y más esa tristeza que a todos nos sobrevuela un lunes de diciembre por la mañana; y aunque todo parecía estar un poco más claro, realmente estaba muy perdido y puede que ese sea el motivo de mi pregunta inicial;si aun así no lo tengo claro, te ruego que estés atenta al teléfono, puede que no tarde en sonar.
2 comments:
en ocasiones hablar, desahogarse es nuestro mejor remedio!
un besito
Siempre he pensado que siempre hay "razones" o motivos por los que estar triste, y también por los que estar alegre... pero con el corazón no se puede razonar, así que... bueno, ¿qué motivos pesan más? ya dice Pascal que el corazón tiene razones que la razón no entiende.
Aupa y alegría,
chulo el texto y eso que no lo has releído ;-)
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