El miraba el reloj con preocupación; necesitaba que llegase el momento, poder paladear cada segundo, apreciar con el tacto y con el gusto todo lo que ante el se le presentaba. Era comparable a una mañana de domingo soleada en la que te levantas pronto y has dormido horas y horas y te sientes descansado, y el sol brilla y no hay motivos realmente graves para no ser feliz y sonreír.
No necesitaba nada más, estaba tranquilo y seguro.
Y cuando terminó (todo termina algún día) sintió esa sensación de vacío que ya experimentó años atrás, y decidió que era el momento de ponerse a ahorrar; puede que teniéndolas junto a el, la sensación de vacío pudiese ser mas ligera y mas liviana. Sólo sabia que el camino mereció la pena y eso ya era un motivo mas que suficiente para estar bien; mientras tanto, siempre nos quedará el recuerdo y la sensación de que ha merecido la pena.
1 comment:
yo nunca llevo reloj. un beso
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