Vine a este mundo envenenado, envenenado desde la lactancia de mi madre, infectado por el virus de la humanidad, sin sentido, sin sensibilidad, con la dosis de arrogancia concreta para ser despreciable, con el orgullo suficiente para no arrodillarme y con el coraje de poder decir que no cuando hay que decir que no.
Pocos entienden mi postura, pocos se acercan a mí y menos gente aun me aguanta, mi arrogancia les hace alejarse, este virus maldito para el que no encuentro vacuna anida en mi interior desde antes de tener uso de razón y lo peor de todo es que (en ocasiones) me gusta y disfruto como el drogadicto disfruta con su droga o el fumador disfruta con su cigarro o el ludópata disfruta con partida de dados.
Vine a este mundo para quemarme en el, para arrasar todo lo que se ponga por delante y no dejar nada a mi alrededor que valga la pena, que tenga un sentido práctico, y para que podáis quejaros con razón.
¿Es este el texto de un enajenado mental? ¿Es el texto de un ser cabal? ¿O simplemente es el texto de una persona que es más realista que la propia realidad? Realidad sucia y aburrida, con calles donde se puede ver a Cristo morir cada día crucificado.
Tal vez el inicio de este texto no debería ser que vine a este mundo envenenado, sino que el mundo nació envenenado, hasta entonces me seguiré envenenado para protegerme de la realidad.
Salud!